Todos los implantes dentales que usamos son fabricados en titanio de procedencia alemana, de última generación, que simulan la raíz de un diente. Deben ser siempre de titanio porque gracias a este metal conseguimos lo que se denomina «la osteointegración» que es la unión del titanio al hueso que es la base de la utilización de los implantes para reponer dientes perdidos. Tras un período de cicatrización de 3-6 meses, que varía según se coloquen en el maxilar superior (4-6 meses) o en la mandíbula (3-4 meses), el titanio se une al hueso. Esta es la razón por la que el implante forma parte del hueso y puede ser utilizado para colocar encima prótesis que simulen dientes con los que realizar la función masticatoria. Usando cerámicas libres de metal, donde se elimina por completo el metal y sólo se cementan estructuras de porcelana, mejorando aún más la traslucidez del diente con mayor apariencia de normalidad.